jueves, 14 de abril de 2016

No necesito

No necesito hablar, ni responder, ni suponer, ni esperar.
Las hojas se agitan, los rostros pasan, la multitud se engloba, la gente no escucha.
No necesito ser parte, y menos hoy cuando la lluvia se hace presente, cuando el techo es el eco de cada gota, cuando el frío es quien llega a nuestro lado más profundo, cuando la brisa nos canta, cuando el arcoíris es el mejor cuadro.

No necesito palabras, preguntas, reflexiones, soliloquios. 
No, no los necesito.
La relatividad me agobia, me hace sentir ignorante, insignificante, inhumana.
¿Qué intentan controlar?¿qué intentan decirme cuando saben que no soy perenne?
¿Qué quieren, qué esperan?
Nadie dice, todos suponemos, todos quedamos en la espera, en el dolor, en la angustia, en la maldita incertidumbre.

No necesito escuchar opiniones, la sabiduría se va como el polvo. 
No quiero, no me apetece, no hoy.
Mis manos sostienen mi frente, la guerrera interna, la que ha perdido, la que busca tomar terreno, la que no encuentra forma.

Desesperación, ahogo, cansancio, repugnancia.
No lo necesito, no necesito la pena, no necesito escuchar la misma sirena de alerta.
Unas horas inconsciente, unos días de fingir ser loco, unos meses de quedarse sentada bajo la línea perdida. La batalla fue dura, sangrienta, interminable. Déjenme tomar agua, sentarme bajo ese árbol, trepar, probar la manzana. 
Déjenme caer, sentirme vaga, humilde, niña, demacrada.
La sanidad es parte del desalojo, de la auto aceptación, del dolor.
Necesito tiempo, no palabras. 
Necesito espacio, no misas. 
Necesito de mi.

Creen

Creen que soy un castillo medieval, una roca de stonehenge, un rascacielo de chernobil.
Creen que no necesito agua, que no necesito sol, tierra, brisa, océano.
No creen que soy, creen que está programado, que la fortaleza está adherida a la cáscara interna, que no existen las capas.
Sin embargo soy cuarzo expuesto a electricidad, soy arena para el viento, lluvia torrencial para las aves. 
El peso no disipa, no dispersa, no concluye. Manos rotas, rodillas quemadas, ojos secos.
moho presente, musgo expuesto, lodo derramado.
Creen que soy diamante, pero el carbón demora, creen que la paciencia habita, pero se desliza por mis huesos. Mi piel se estira, se engancha, se rasga, y no puedo hacer nada. No pronuncio, no derramo, no grito, no pido ayuda.
Escalas sin niveles, sin clases, sin descripciones.
Me envuelvo, me escondo, sin embargo obsequio mis plegarias. Un abrazo y mil flores, un rayo de sol, una palabra tersa, una caricia sinfónica, una caja de horas, una mirada sincera.
Me expongo, lo despisto, lo callo, lo enmudezco.
Creen que soy cáctus, palmera sahariana, océano pacífico, hielo ártico, gas de supernova.
Pido menos ignorancia, más lealtad, más amor, más bondad, más miradas, más abrazos cautivantes. Pido más humanidad, menos materialismo, más observación, más simpleza.
Creen que son lo que ven, que somos lo que escuchamos, que seremos lo que hicimos.
Creen tanto, y no creen en nada...