domingo, 17 de agosto de 2014

La última carta; por Missie Torres.

De Missie, para mis seres queridos:

No hay razón aparente para escribir esto, es solo una formalidad, algo que se supone que uno debe hacer antes de morir.
Antes de comenzar con el triste discurso de despedida, quiero explicar qué es lo que me llevó a tomar las cartas del asunto en relación al suicidio ¿Es realmente necesario ser infeliz y depresivo para matarte? la respuesta es, no. Durante mi corta vida, he vivido feliz, amargada, ansiosa, expectante, relajada, enojada, etc. He vivido solo emociones, solo momentos, pero mi vida nunca se ha construido a base de ellos, hay una razón mas profunda, más tediosa; El cansancio. El cansancio de ser perfecta, de tener el peso perfecto, de tener el coeficiente intelectual perfecto, de tener los modales perfectos, de mantener la dignidad, el recato, la astucia, el amor. Tantos números, tantas críticas, tanta rutina, tanto estudio.
¿A dónde llegaré con esto? A donde llegan todos, a 2 metros bajo tierra, pero me ahorraré de tantas cosas, me ahorraré de sufrir, de envejecer, de tener hijos que luego me dejarán abandonada cuando sea una pobre vieja, de tener un marido que me engañe cuando ya no tenga la piel tersa, o cuando mis labios no sepan a miel. Me ahorraré de creer en Budas, En Dios, En religión, en personas. Me ahorraré de fingir, de pretender, de correr.
Porque, qué es la vida sino un conjunto de momentos, qué es la felicidad sino un equilibrio entre lo que somos y lo que pensamos que podemos llegar a ser. Y si lográramos ese equilibrio, ¿de qué valdría? el equilibrio se enterrará exactamente en el mismo lugar donde enterrarán tu cuerpo.
Nada me llena, nadie me transmite magia. Todos los lugares, todos los países, los cambios de clima, el dinero, un amor...Todo te lleva al mismo lugar, a la decepción. El ser humano nunca se conforma, nunca se llena, así que ?de qué te sirve ser tan bonita y delgada, de qué me sirve esforzarme tanto para lograr un trozo de papel que acredite que soy un profesional , o de qué me sirve lograr citas, ganar el mejor hombre, tener el amor de cualquiera? De nada, porque si no logro ser feliz yo, de qué me sirve estar rodeado de personas que me amen ¿alimentar mi ego? ¿creer que esa felicidad exterior es también mía? o ¿generar un apego, siendo que sé que las personas abandonan, te dejan, o se aburren?

No, no quiero eso.
Querida mamá: Te amo, y no tienes la culpa de todo esto. No tienes la culpa porque soy independiente, yo elegí acabar con todo, no porque no me dieras lo suficiente, sino porque yo nunca me di a mi misma lo suficiente, porque nunca supe unir los pedazos que quedaron rotos.
Querido papá: Sé que mientras lees esto, piensas que tienes la culpa de todo. En cierta medida causaste esos pedazos rotos, pero sabes...He tenido la oportunidad de recuperarme, de regenerar mi corazón, y no he querido, porque en el fondo la vida no es nada y no la deseo.
A mis hermanos: SIEMPRE, siempre los he amado, y siempre lo haré. Son una de las cosas más hermosas que alguien podría tener.
A mi ex novio: ninguna palabra puede describir las mariposas que me hacías sentir, nuestra época fue mágica y hermosa. Espero que seas feliz.
A mis amigas: Cada una de ustedes intentaron unirme, intentaron recoger los vidrios rotos que siempre caían, y eso vale más que nada. Las amo incondicionalmente, para siempre.

viernes, 8 de agosto de 2014

Indispensable

Fue como sacarle la tinta al lápiz. Era inútil, completamente inútil imaginar su vida sin él. Lo que nunca pensó fue que había más; mucha más vida, muchos más caminos, muchas más historias. Estaba enferma, y se veía enferma; ojos caídos, ojeras, una sonrisa inconscientemente falsa, una cintura bordeada de hueso y cuero, y unos brazos débiles y caídos.
Tan pequeña que el dolor sobrepasaba su capacidad, pero tan fuerte que utilizaba este como peldaños de una escalera.
Era fría como el invierno, frágil como el otoño, e inocente como un ángel.
Tantos sueños desbaratados por su sombra, por sus huellas, por su aroma. Lo extrañaba, y ese era su peor delito. Quería tenerlo, pero a la vez desecharlo ¿cómo pudo dejarla sola? él sabía que era indispensable, lo sabía...
Han pasado 5 años, y el significado de la palabra "indispensable" ha cambiado. Antes era un antojo, ahora era respirar. Antes era una elección, ahora era una ley. Y es que, resumiendo lo que viene, no hay nada, absolutamente nadie que pueda ser esa palabra personificada, ni siquiera él, que solía ocupar su mente como la marioneta más perfecta jamás diseñada.
Nadie es indispensable, aunque tal vez la tinta del lápiz, sí...(eso lo decides tú).

lunes, 4 de agosto de 2014

Agua y azúcar

Lo vi disolverse como agua y azúcar.
Nunca entendí por qué lloré tanto esa noche, algo se había roto, algo se había ido, pero no lo sabía en ese preciso momento, Solo lloraba desconsoladamente en un intento de comprender sus palabras, sus frías y trágicas palabras. Estaba sola en la banca que cruza la calle de mi casa, sola de un modo no literal, porque él estaba ahí sentado mirándome directamente a los ojos.
Él no entendía, y probablemente no sabía qué hacer cuando me miraba tan deshecha. Mi llanto era una súplica escondida, una falsa dignidad que claramente no poseía en ese momento, un alma de niña queriendo ser protegida por algo o por alguien. 
Solo dijo: "Intentémoslo" para que todo cesara. Cuando llegué a mi habitación, mi mundo siguió derrumbándose, porque internamente sabía lo que pasaba, sabía que la unión no era fuerte, sabía que eran los últimos kilómetros que recorreríamos. 
En ese momento me arrepentí de todas las veces que lo imaginé conmigo en una pequeña cabaña; Él acariciándome el cabello, yo sonriendo, y nuestras manos juntas como dos piezas de un puzzle mágico.
Sí, me arrepentí porque ahora estaba sola, sentada en el borde de mi cama, pensando en cómo enfrentaría la ruptura.
Las semanas siguientes no fueron diferentes, estábamos finalizando las vacaciones de verano, y yo no hacía nada más que estar en mi habitación tomando té frío de desayuno, almuerzo y cena. Aún no nos decíamos adiós, pero sabía que se avecinaba con fuerza ese momento, y yo, simplemente me preparaba para no llorar cuando prununciáramos las últimas palabras.
Terminamos en el mismo lugar donde comenzamos, solo que la primera vez fue alegre, pues comíamos frutillas y yo tenía un brillo mágico que pocas tienen. La última vez estaba delgada, no había comido nada, porque ni siquiera la comida podía llenar mis vacíos emocionales. Estaba muerta por dentro, y él lo sabía.
Hoy, después de casi 6 meses logré entender muchas cosas, e incluso entender qué siento ahora mismo cuando los recuerdos afloran en mi cabeza. Es una oleada de sonrisas y lágrimas, de ilusiones y de esperanzas rotas.
Hoy, lo extrañé sin querer que vuelva.