La noche avanza y su eco reclama tiempo. Tiempo para volver a auto inspeccionarse, tiempo para volver a mirarnos a los ojos, tiempo para descifrar las facetas de nuestro corazón.
El tiempo corre, y corre para quitarnos el aliento, para robarnos un suspiro.
Me quedo quieta y tomo conciencia de mi respiración, de mis células, de mi alma inquieta, de esos pensamientos altamente fugaces que nacen del arroyo, de mi fuente mayor. Me quedo quieta y exhalo, exhalo el ruido, las luces artificiales, el color del anuncio o de ese porsche nuevo que casi no logré ver, de las risas, del enfado; de todo, de la realidad.
Lujuriosa, ambiciosa,superflua.
El tiempo y las llamaradas, el tiempo y las calles, el tiempo y el non stop.
Nubes inadvertidas, humildes sonrisas ignoradas, evadidas, silenciadas. Una realidad poco consciente, automática, amante del desperdicio.
Amor, tenemos esa calidad de amor que no puede ser evaluada por calidad. Amor comprado, robado, poseído. Una libertad no arbitraria sujeta a leyes preconcebidas por quienes nos cortan los brotes, por quienes no riegan nuestras raíces. Raíces sin tierra, porque todo es sintético, raíces sin futuro, hijas del capitalismo que en el fondo aceptamos por conveniencia. No hay frutos, y nuestras flores no tienen tiempo de deleitarnos con su exótica armonía.
El día avanza, y sin embargo no reclamamos lo nuestro. El poder ser ser y no poseer, el poder del observar y no poseer.
La mañana, la madrugada, el atardecer se quedan en silencio, tal vez por frustración...
El tiempo corre, y corre para quitarnos el aliento, para robarnos un suspiro.
Me quedo quieta y tomo conciencia de mi respiración, de mis células, de mi alma inquieta, de esos pensamientos altamente fugaces que nacen del arroyo, de mi fuente mayor. Me quedo quieta y exhalo, exhalo el ruido, las luces artificiales, el color del anuncio o de ese porsche nuevo que casi no logré ver, de las risas, del enfado; de todo, de la realidad.
Lujuriosa, ambiciosa,superflua.
El tiempo y las llamaradas, el tiempo y las calles, el tiempo y el non stop.
Nubes inadvertidas, humildes sonrisas ignoradas, evadidas, silenciadas. Una realidad poco consciente, automática, amante del desperdicio.
Amor, tenemos esa calidad de amor que no puede ser evaluada por calidad. Amor comprado, robado, poseído. Una libertad no arbitraria sujeta a leyes preconcebidas por quienes nos cortan los brotes, por quienes no riegan nuestras raíces. Raíces sin tierra, porque todo es sintético, raíces sin futuro, hijas del capitalismo que en el fondo aceptamos por conveniencia. No hay frutos, y nuestras flores no tienen tiempo de deleitarnos con su exótica armonía.
El día avanza, y sin embargo no reclamamos lo nuestro. El poder ser ser y no poseer, el poder del observar y no poseer.
La mañana, la madrugada, el atardecer se quedan en silencio, tal vez por frustración...