Cuatro paredes que me encierran de manera hermética, cortándome la respiración, el pulso, la vida.
Cuatro paredes que encierran la lluvia torrencial que ha caído estas últimas semanas. Cuatro paredes asesinas, dueñas del olvido, dueñas de ti.
Mi sangre circula, mi corazón late, pero mi mente descansa sobre el cronómetro de la incertidumbre ¿cuánto queda? ¿cuándo se detendrá?
Estoy mirando como se desvanece cada segundo ¿es esto una pérdida de tiempo?
Estoy tomando a sorbos largos cada palabra, cada mirada, cada momento.
¿Es mi atmósfera la misma que te acompaña mientras duermes? ¿fue mi error querer que te quedaras?
El calendario sigue ahí, gritándome que no quedan días, que la felicidad se absorbió para si misma, que tu no estarás acá.
¿por qué tan pronto? ¿ por qué ahora, cuando más te necesito?
He intentado comprender las razones que te llevan a ignorar cada detalle, he intentado olvidar que vamos en caída libre.
Cada vez que olvido, te recuerdo. Cada vez que te extraño, te alejo. ¿que nos pasó?
Debo aprender que somos libres, que necesitamos caminar solos de vez en cuando.
Debo aprender que estoy sola, que nací sola, que moriré sola, que somos autónomos.
Un sorbo de pena, y tal vez un sorbo de ti.
Una sonrisa, y tal vez dos lágrimas.
Un amor, y tal vez dos olvidos.
Y el amor; el amor es tal vez dejar siempre abierta la ventana.
Un trozo de olvido, un trozo de tu piel, un trozo de tiempo, un trozo de nosotros. Eso es lo que quedó, eso es lo que tenemos.
Cuatro paredes que me encierran de manera hermética; eso, eso es lo único que tengo y tendré.